lunes, 20 de septiembre de 2010

Ducha.

El agua caía, caía, caía, caía, caía... Caía sobre ella.
Le encantaba, era uno de los placeres de su vida y daba las gracias.
Se relajaba, cerraba los ojos y dejaba de escuchar, dejaba pensar, dejaba de sentir el peso de los problemas.
Allí, en la ducha, era feliz.

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