lunes, 17 de enero de 2011

Seis Dedos.

              Charles vuelve a Irlanda tras haber estado algunos años en el extranjero. Italia, Rusia, China... Podemos decir que se ocupaba de algunos "negocios". La razón de su vuelta es la muerte de su madre. Un cáncer de pulmón. 
Charles está sentado en la ventana del salón. Sus ojos grises, fríos y duros miran a la bella Irlanda, el césped, los árboles... y, mientras, da caladas a su fino cigarrillo. Junto a él yace en un bonito ataúd de caoba, forrado por una suave tela granate, el cuerpo muerto de su madre. La mira fijamente unos instantes, luego, coge la mano derecha fría y sin vida de su madre y la coloca justo encima de su mano izquierda. Se le escapan algunas lágrimas. La genética le fascina. Sus manos son idénticas. Se fuma otro cigarrillo, lo tira al suelo y lo pisa con uno de sus bonitos y elegantes zapatos italianos. Luego lo recoge y recuerda que debe irse. Nadie debe saber que ha estado allí.
Charles piensa quedarse en Irlanda. Conoce a varios grupos de gente "poderosa" y "adinerada" que quiere contar con los servicios de una mano experta como la suya. Es más, ya tiene un encargo. En su maletín tiene todo lo necesario, sólo le faltan unos guantes.
       Charles se para en una pequeña tienda. Una de esas en las que dan atención personalizada. Charles odia esas tiendas, prefiere no tener contacto. Aun así, le pregunta al dependiente canoso y gordinflón.
- Buenos días. Estaba buscando unos guantes de piel. ¿Podría enseñarme los que tiene?
- Si señor. Si no le importa enseñarme su mano y buscaré por talla.
Charles se saca la mano izquierda del bolsillo y se la muestra. Debe estar muy afectado por la muerte de su madre ya que él nunca enseña su mano izquierda. El dependiente, sorprendido, se queda mirando la mano con los ojos como platos y después emite una carcajada tan sonora que otro cliente que salía por la puerta da un respingo. Charles esconde la mano. El dependiente sigue riéndose, le suelta un "choca esos cinco" y luego llama a gritos a otra persona que está en el almacén. Se mofa de Charles diciéndole que no hay guantes para él. Charles se enfada. Charles está muy enfadado. Saca una pistola del forro de su chaqueta, dispara al dependiente y este para de reír. Una chica joven se asoma por la puerta del almacén, ve la escena y llama a la policía. Charles abre su maletín y busca un arma concreta.
              Cuando llega la policía, se encuentra al dependiente muerto con un gran charco de sangre. Hay otro charco, junto a él, Charles llorando como un niño. Sobre el charco hay algo. Un dedo. La policía se lo lleva detenido. Charles esta vez no podrá librarse de la prisión.
           Al día siguiente, la historia se hace noticia y aparece un titular poco común: "El asesino lo hizo porque tenía seis dedos en la mano izquierda"

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