Decidí vivir una temporada en otro país y eso nos separó.
Las relaciones son así (o eso creo), al principio todo
parece ser ilusión pero en cuanto te acostumbras no hay nada de especial. Eso
fue lo que pasó. Después de tanto tiempo me cansé, creía que me ahogaba en tu
mirada azul. Ahí donde yo iba estabas, sin darme tiempo para respirar, para
estar a solas, para vivir mi vida.
Y como lo echo en falta ahora. Porque me fui lejos para no verte más, al menos por una temporada, porque si te soy sincera confiaba en que solo fuera una temporada y volvieras a mi si
algún día me arrepentía.
Y tanto que me arrepentí. El primer mes ya busqué la
posibilidad de volver a encontrarme contigo, aunque solo fuera de casualidad.
Me despertaba cada mañana buscando tu cara a través de la ventana. Pensando en
ti. Lo cual tampoco era difícil ya que apareces en las fotos que cuelgan con
celo de mi pared junto a la etiqueta de una cerveza y una postal de Praga. Cómo
te gustaría Praga.
Desistí.
Te busqué.
Te encontré. Y claro que no estabas como siempre. Habías
cambiado de perfume. Te había abandonado y no eras el mismo. Gris. Blando.
Suave. Los besos ya no sabían a sal. Frío. Eras tu el único que me sabía
enfriar, que me calmaba, que me curaba todos los males. Sin embargo, esta vez: NADA. Helado. No eres el mismo.
Y volví a irme, feliz porque te había visto y triste a la vez por
el recuerdo que aún guardaba.
Me arregle con lo que más te gustaba y segura me acerqué. “VETE
DE AQUÍ. NO TE ACERQUES”, respondiste.
Jódete. Para frío tú, fría yo. Ni un simple “hola”.
Pero no es fácil olvidarse de uno que sale continuamente en
tu muro de Facebook junto a tus mejores amigos. Esos a los que echo de menos.
Como a ti.
Sin embargo yo me ponía la música que haces para dormir, con
esa voz llena de registros y la suavidad o, por el contrario, dureza de tocar
los instrumentos como tocabas todas las esquinas de mi cuerpo.
Hace un par de días te volví a ver, tan guapo como siempre.
Me miraste esta vez con ternura porque viste que me había dado cuenta de lo
estúpida que había sido.
Que guapo de verdad, que bien te sientan los primeros rayos
de sol. Y a pesar de eso, tan frío como siempre.
Aun estando lejos me he dado cuenta de que eres mi adicción,
que no me hago a la idea de volver a caer en tus redes. Por eso he de confesar,
algo avergonzada, que he estado buscando una vía de desintoxicación, un
lugar donde no tenga ninguna posibilidad de verte, al centro, donde más te
cueste llegar.
Pero, Mar, mi bonito Océano, hay amores que marcan y que
por muy lejos que esté, esta isleña está destinada a seguir el ritmo de tus
corrientes.
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