martes, 10 de mayo de 2016

MI RELACIÓN A DISTANCIA

Decidí vivir una temporada en otro país y eso nos separó.
Las relaciones son así (o eso creo), al principio todo parece ser ilusión pero en cuanto te acostumbras no hay nada de especial. Eso fue lo que pasó. Después de tanto tiempo me cansé, creía que me ahogaba en tu mirada azul. Ahí donde yo iba estabas, sin darme tiempo para respirar, para estar a solas, para vivir mi vida.

Y como lo echo en falta ahora. Porque me fui lejos para no verte más, al menos por una temporada, porque si te soy sincera confiaba en que solo fuera una temporada y volvieras a mi si algún día me arrepentía.


Y tanto que me arrepentí. El primer mes ya busqué la posibilidad de volver a encontrarme contigo, aunque solo fuera de casualidad. Me despertaba cada mañana buscando tu cara a través de la ventana. Pensando en ti. Lo cual tampoco era difícil ya que apareces en las fotos que cuelgan con celo de mi pared junto a la etiqueta de una cerveza y una postal de Praga. Cómo te gustaría Praga.

Desistí.
Te busqué.
Te encontré. Y claro que no estabas como siempre. Habías cambiado de perfume. Te había abandonado y no eras el mismo. Gris. Blando. Suave. Los besos ya no sabían a sal. Frío. Eras tu el único que me sabía enfriar, que me calmaba, que me curaba todos los males. Sin embargo, esta vez: NADA. Helado. No eres el mismo.
Y volví a irme, feliz porque te había visto y triste a la vez por el recuerdo que aún guardaba.

Pero joder, no somos de piedra,(nacimos de la erosión) y mucho menos tú. Me echabas de menos.
Me arregle con lo que más te gustaba y segura me acerqué. “VETE DE AQUÍ. NO TE ACERQUES”, respondiste.

Jódete. Para frío tú, fría yo. Ni un simple “hola”.
Pero no es fácil olvidarse de uno que sale continuamente en tu muro de Facebook junto a tus mejores amigos. Esos a los que echo de menos. Como a ti.
Sin embargo yo me ponía la música que haces para dormir, con esa voz llena de registros y la suavidad o, por el contrario, dureza de tocar los instrumentos como tocabas todas las esquinas de mi cuerpo.

Hace un par de días te volví a ver, tan guapo como siempre. Me miraste esta vez con ternura porque viste que me había dado cuenta de lo estúpida que había sido.
Que guapo de verdad, que bien te sientan los primeros rayos de sol. Y a pesar de eso, tan frío como siempre.

Aun estando lejos me he dado cuenta de que eres mi adicción, que no me hago a la idea de volver a caer en tus redes. Por eso he de confesar, algo avergonzada, que he estado buscando una vía de desintoxicación, un lugar donde no tenga ninguna posibilidad de verte, al centro, donde más te cueste llegar.


Pero, Mar, mi bonito Océano, hay amores que marcan y que por muy lejos que esté, esta isleña está destinada a seguir el ritmo de tus corrientes.

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