Si tuviéramos que hablar de pueblos
europeos que han caído y han podido levantarse tendríamos que hablar de
Polonia. Si habéis estado allí alguna vez habréis notado el silencio, un silencio
en los lugares públicos marcado por unos rasgos culturales, una forma de vida
ordenada, por un clima frío, quizás incluso por un idioma poco sonoro con
ausencia de vocales que recuerda a los silbidos de los primeros vientos gélidos
de su otoño, a ese arrastrar de hojas de árboles y a los primeros copos de
nieve. Un lunes, concretamente, el pasado 3 de octubre, las ciudades polacas
despertaron diferente. Estaban teñidas de negro y se habían armado con una voz
fuerte que rompía el orden diario. Las mujeres polacas habían tomado las
calles.
Kavzynski,
líder ultraconservador del partido Ley y Justicia (PiS) propuso, y luego en el
Parlamento se admitió a trámite, prohibir el aborto en su totalidad, a pesar de que Polonia es un país con una de
las políticas más restrictivas al respecto y que ya tiene limitado el derecho
al aborto a tres supuestos: embarazo por violación, malformaciones en el feto y
riesgo por la vida de la madre. Esta prohibición implicaba penas de hasta 5
años de cárcel a quien decidiera abortar.
Ante
estas posibles decisiones no hubo frío ni lluvia que pudiera callar las
protestas de la población femenina para luchar por su derecho al aborto. Estas
mujeres no estaban solas, contaron con apoyo nacional e internacional por parte
de las empresas en las que trabajaban, que les concedieron el día libre para
que pudieran asistir a las manifestaciones en sus respectivas ciudades. Gracias
al impacto mediático de este movimiento y la organización por las redes
sociales de plataformas feministas se produjeron en países de todo el mundo
concentraciones para brindar apoyo a la causa polaca por y hacia un género que
más allá de las fronteras continúa viviendo con cierta desigualdad y opresión.
Tras
un multitudinario lunes negro que se vivió en las ciudades más grandes como
Gdansk, Lodz, Poznan, Breslavia y sobretodo en Varsovia, donde acabó la jornada
por fuera del parlamento, había finalizado el día sin cambiar la situación. De
este modo, muchas mujeres continuaron la huelga y las protestas el martes.
El miércoles el Gobierno polaco
había anunciado que abandonaba este proyecto de ley. La parte progresista
venció en un país altamente conservador, había puesto por delante sus derechos
ante cualquier corriente, creencia religiosa o moral.
Pese a que en el Parlamento Europeo
se trató el tema, la Unión Europea no tiene derecho a injerir en esas
cuestiones pues no tiene competencias sobre otros estados en políticas sobre el
aborto. Sin embargo, destacó un apoyo en la cámara hacia la protesta del Lunes
Negro (Czarny Protest). Por una parte, la europarlamentaria de centro-derecha,
Barbara Kudrycka, urge a mantener la ley como estaba con declaraciones como “ustedes
tienen un corazón de piedra, las mujeres no son una mercancía para pagar sus
compromisos electorales, no se puede obligar a las mujeres a tomar una
decisión que no quieren, no se puede llevar a una mujer a la cárcel por decidir
libremente poner fin a su embarazo”. Por otra parte no faltó la presencia y
apoyo del grupo feminista FEMEN fundado en el país vecino, Ucrania, y que ha
crecido hasta tener carácter internacional. Desde la tribuna gritaban y
enseñaron sus pechos desnudos con la proclama “¡protección para las mujeres
polacas!”
Todo
señalaba a una victoria del papel reivindicativo de las mujeres para gobernar
sobre su cuerpo, no obstante, algunos eran reacios a que las intenciones de
Kavzynski quedaran ahí. Se creía que solo quedarían cenizas tras lo logrado
pero el fuego no se había extinguido del todo. Como algunos pensaban Kaczynski
retomó el tema sobre el que le habían quitado la razón para esta vez proponer
otra ley similar con el fin de que “incluso los embarazos difíciles vayan hasta
el final, que los niños condenados a no sobrevivir tras el parto o que tengan deformaciones
muy serias puedan ser bautizados”. Bautizados. Si ya había llegado muy allá con
la prohibición del aborto, esto ya se podía tachar de surrealista. Su
preocupación prioriza darle derechos a un alma frente a una vida humana. Ante
estas declaraciones el Lunes Negro constó de una segunda parte a finales de
mes, el lunes 24, en la que se repitieron las protestas (Lunes Negro II). Al
gobierno del PiS se le unirían estas con las protestas de unos días después,
del 11 de noviembre por el día nacional en el que tradicionalmente la población
reivindica temas sociales y nacionalistas.
Esta
situación refleja la crisis constitucional que tiene Polonia con la creación y
eliminación de partidos y cambios de gobierno. Desde que hace un año llegó al
gobierno el PiS se ha demostrado esta inestabilidad con datos que se reflejan
en hasta dos manifestaciones sociales al mes en contra de sus políticas y con
sus miembros divididos ante las propuestas dentro del Parlamento.
El
carácter del PiS no ha cambiado y se auguran otros cambios de este calibre
referidos a la libertad sexual de la mujer, tales como el cambio en la
comercialización de anticonceptivos o de la conocida como “píldora del día
después”. Aún así, desde un punto de vista positivo, esta serie de movimientos
contrarios podrían ser la llama que avive unas corrientes progresistas dentro
de un estado altamente religioso y conservador. Ahora, la sociedad polaca debe luchar más que nunca,
desde el cambio democrático de 1989, por sus derechos civiles para poner freno
al retroceso social que pretende imponer el Partido Ley y Justicia.
Sonia Nickichucknez